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Despreocúpate


Algunas veces,  las causas lo ameritan, pero  en otras, seguimos con el ceño fruncido, aunque los problemas no son tales. ¿Cómo salir de ese estado de ánimo?

La vida nos depara constantemente situaciones de incertidumbre que nos generan preocupación. Cualquier emprendimiento, la salud de un ser querido, las cuentas a pagar, un viaje a realizar, el paso del tiempo, una mudanza. La preocupación constante ante determinados eventos de los cuales no se tienen certezas inicia un circuito laberíntico de pensamientos negativos que va incrementando la ansiedad y logran ocupar nuestro cerebro, si lo permitimos, con mucha anticipación.
Dejarnos invadir por estos pensamientos tiene un costo importante. Implicará un desgaste de energía enorme, impedirá desarrollar nuestros proyectos, nos paralizará y finalmente, nos dejará inermes.
Las preocupaciones anticipadas producen tensiones en nuestro cuerpo y en la mente, afectando los músculos, bajando las defensas y calan profundamente en nuestro ser interior. La ansiedad se generaliza.
Hay que tener en cuenta que no podemos predecir el futuro, es muy difícil calcular de qué forma se presentarán las cosas, si nos dolerá una extracción de sangre, si aprobará nuestro hijo un examen o si el ascensor quedará parado entre dos pisos.
Cuanto más uno se empeña en estar preocupado, más se cansará, menos producirá, más se frustrará.
Consejos
- Imprima pensamientos positivos a sus hechos. Comience a preguntarse otras cosas, no se preocupe si durante sus vacaciones hará calor, sencillamente recuerde que lo importante es irse de vacaciones, debe recordarlo para poder disfrutar.
- Comience a respirar hondo, y a pensar en lo positivo de cada situación. ¡Ojo! Esto no significa que ponga un velo a los problemas, sino que deje de crear problemas y preocupaciones donde no los hay.
- Tome su tiempo para recibir las noticias, no sea impulsivo en sus pensamientos: si preocuparse es un hábito, debe cambiarlo, y esto requiere tiempo y paciencia. Aleje los malos pensamientos de su interior.
- Recuerde que no se trata de soluciones mágicas, ni que va a cambiar de la noche a la mañana. Debe ser perseverante en esta nueva conducta, debe tenerse paciencia y también ganas de hacerlo, y saber que el futuro es siempre incierto, y que el preocuparse no lo convertirá en un futuro más seguro.
  Convertir  lo negativo en positivo
Cuando estamos preocupados todo el tiempo y sentimos que la preocupación no nos abandona, posiblemente estemos confundiendo “preocuparse” con “resolver”, con “ser responsables”.
Es muy común creer que porque uno se preocupa está resolviendo, pero no es lo mismo; cuando uno vive todo el tiempo preocupado está inmerso en un círculo ansioso nocivo, vive estresado, con dificultades para dormir, con dolores y contracturas diversas, todo producto de la ansiedad patológica.
El exceso de preocupaciones puede estar encubriendo un Trastorno de Ansiedad. Esta forma de vivir, nada tiene que ver con “ser responsable”, el grado  de responsabilidad no está asociado a la cantidad de preocupaciones que uno tenga, uno puede ser responsable y no por ello vivir abrumado.
¿Cómo nos damos cuenta de esto? Generalmente nunca podemos resolver lo que nos preocupa y los pensamientos son extremos. Para solucionar esto primero hay que comprender que es producto de una ansiedad muy elevada que uno no está pudiendo manejar, entonces en tal caso, hay que hacer una consulta con un profesional de la salud mental especializado en Trastornos de Ansiedad.


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